La NASA está avanzando significativamente sus capacidades en autonomía satelital a través del proyecto Starling. La fase inicial del programa de Autonomía de Satélites Distribuidos (DSA), utilizando cuatro cubesats, se desarrolló de agosto de 2023 a mayo de 2024. Este programa innovador permitió a los satélites recopilar datos ionosféricos de forma autónoma utilizando GPS integrado, priorizar las observaciones, compartir información y coordinar posiciones, todo ello sin dirección humana. Un conjunto de instrucciones posterior, implementado el 6 de febrero, mejoró aún más el rendimiento científico de la misión.
Caleb Adams, gerente del programa DSA en el Centro de Investigación Ames de la NASA, destacó el éxito del programa: “Hemos estado haciendo demostraciones tecnológicas, pero vamos a aumentar la fidelidad científica para demostrar que se pueden realizar cálculos científicos cada vez más difíciles y tomar decisiones en base a ellos”. Hizo hincapié en la ambición de la NASA de aprovechar esta autonomía para desbloquear "un nuevo tipo de observaciones científicas que antes no eran posibles", describiéndolo como algo que permite "ciencia oportunista y observaciones oportunistas".
Las aplicaciones potenciales son vastas. Por ejemplo, durante la exploración de las lunas de Júpiter, un satélite que detecta una pluma de gas podría alertar inmediatamente a otros para realizar observaciones detalladas. Adams explicó: “Cuando pensamos en observar fenómenos en el sistema solar exterior y especialmente en algo como los mundos helados, hay fenómenos científicos que ocurren tan rápidamente que no se podría controlar con un joystick humano como controlamos un rover”. Más cerca de la Tierra, la coordinación autónoma podría revolucionar la respuesta a desastres, con satélites compartiendo información instantáneamente y colaborando en acciones.
La resistencia del enjambre es otra ventaja clave. El fallo de un satélite no compromete toda la misión. Adams señaló con orgullo que el DSA demostró “la primera misión espacial distribuida totalmente autónoma”, donde el enjambre podía “detectar y reaccionar al entorno” en función de un objetivo de alto nivel. A diferencia de muchas constelaciones con un control terrestre mínimo, los satélites Starling están “constantemente decidiendo qué hacer, elaborando planes de acción y realizando esas acciones sin esperar a nosotros”, afirmó Adams. La velocidad de esta coordinación autónoma fue notable; el consenso entre los satélites después de un cambio de plan tardó solo de dos a seis segundos, mucho más rápido de lo previsto inicialmente.