Los ambiciosos planes de China para la infraestructura Tierra-Luna están progresando, con varias misiones recientes que demuestran avances tecnológicos clave. Las naves espaciales DRO-A y DRO-B, lanzadas en marzo de 2024, lograron con éxito órbitas lunares retrógradas distantes (DRO) después de un dramático rescate tras un fallo en la etapa superior. Su misión se centró en probar las comunicaciones, la navegación y la dinámica orbital en este entorno desafiante.

Simultáneamente, Tiandu-1, lanzado con el satélite de retransmisión lunar Queqiao-2, llegó a la órbita lunar y posteriormente entró en una órbita de resonancia 3:1. Este logro, confirmado por el rastreador de satélites amateur Scott Tilley, marca un paso significativo en los planes de China para la constelación Queqiao. El Laboratorio de Exploración Espacial Profunda de China (DSEL) declaró: “Sus datos de vuelo proporcionarán un apoyo importante para la investigación técnica, como el mantenimiento y control de la órbita, la navegación autónoma y la navegación de naves espaciales en entornos gravitatorios complejos.”

DRO-B, inicialmente diseñado para pruebas DRO, ahora navega en una órbita de resonancia 3:2 y explora los puntos de Lagrange Tierra-Luna L3, L4 y L5. Esta exploración es crucial para el futuro desarrollo de infraestructuras en estas regiones gravitacionalmente estables. Sin embargo, las observaciones de Tilley revelan que la operación de DRO-B es intermitente, potencialmente debido a daños en los paneles solares sufridos durante el accidente de lanzamiento. Esto pone de manifiesto los desafíos inherentes a estas complejas misiones.

El éxito de la órbita de resonancia 3:1 de Tiandu-1 es significativo, aunque no sin precedentes. La nave espacial IBEX de la NASA ha operado en una órbita similar. Sin embargo, la afirmación del DSEL de que Tiandu-1 fue el primero en lograr esta órbita específica ha sido debatida. Además, las observaciones de Tiandu-2 sugieren posibles problemas, con Tilley señalando una rotación inusual. Estos desafíos inesperados, si bien no niegan los logros significativos, subrayan las dificultades de las operaciones en el espacio profundo.

Las misiones lunares en curso de China, incluidas las próximas misiones Chang'e-7 y Chang'e-8 dirigidas al polo sur lunar, dependerán en gran medida de la infraestructura que se está desarrollando y probando mediante estas misiones precursoras. Los éxitos y los desafíos encontrados por estas naves espaciales proporcionan lecciones valiosas para el futuro de la exploración lunar.